Gente que mola: Enrique Vásquez y la felicidad como forma de vivir

Gente que mola: Enrique Vásquez y la felicidad como forma de vivir

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Cuando era niña siempre me pregunté qué ocurría después del famoso «y vivieron felices por siempre» con el que terminaban los cuentos de hadas. No entendía por qué en los libros, y en las películas animadas, el punto final de la historia estaba justo después del matrimonio.

Incluso comencé a pensar que los escritores dejaban el relato hasta allí para transmitir la idea de que ese era el momento más feliz que podía vivir una mujer al lado de su pareja y, en consecuencia, nada de lo que ocurriera después merecía ser contado pues, por más bueno que fuera, nunca podría ser mejor.

El tiempo pasó y yo crecí. Dejé de creer en hadas, hechiceros, elfos, dragones y héroes de sangre azul. Pero la magia, que en realidad nunca muere, despertó de su absurdo sueño de piedra para poner en mi camino a alguien que me hizo ver lo equivocada que estaba: mi esposo, Enrique Vásquez.

El día que tuve la iniciativa de escribir sobre «gente que mola«, inspirada en todos los maestros que la vida ha puesto en camino, supe que debía comenzar por la persona que me enseñó que ese famoso «final feliz» debía llamarse «inicio feliz», y que esa felicidad no es un objetivo que alcanzar sino una forma de vivir.

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Lo conocí en circunstancias curiosas. Por aquel entonces, era el novio de la mejor amiga de mi novio (¿pueden creerlo?). Una década después de complicadas historias personales, llenas de idas y venidas, el universo nos había preparado para merecernos el uno al otro, y aquí estamos.

Enrique es una de las personas más interesantes que conozco. Es polémico, irreverente y políticamente incorrecto. Es decidido y firme, muchas veces severo en el criterio. Dice lo que piensa, como lo piensa, con absoluta seguridad y confianza en sí mismo. En alguna ocasión su genio le ha merecido detractores, pero no le preocupan. Quienes realmente lo conocen saben de su solidaridad y coherencia.

Una de las cosas que más lo distinguen es su determinación. Dragón de fuego, es capaz de conseguir todo lo que se propone. Pero en esto nada tiene que ver la fortuna o el destino, sino su forma proactiva y optimista de hacer las cosas. ¿Para qué perder tiempo en el problema si se puede trabajar en la solución?

Lo suyo es el mercadeo, los blogs y los contenidos digitales. Es el alma detrás de nuestras páginas web sobre inmigrantes y su blog EnriqueVasquez.org es evidencia, no solo de su disciplina, sino de su capacidad para interpretar el entorno y explicarlo. Es un consejero excepcional pues exhibe habilidades de comunicación poderosas y tiene, en abundancia, una cualidad de la que yo carezco por completo: paciencia.



Nuestra relación, como el buen vino, se hace mejor con los años. En el camino que recorremos tomados de la mano siempre reímos, cantamos, soñamos y nos divertimos. Para muchos resulta curioso que seamos tan unidos y cuando la gente nos dice que hacemos una bonita pareja, todavía me sonrojo de ilusión. No puedo evitarlo; lo amo y estoy orgullosa de él.

Es noble. En mi imaginario de literatura infantil tiene todas las cualidades de un Rey bueno y en mis deseos está que la vida le premie siempre con cosas maravillosas, porque las merece. Tiene un corazón enorme y su mano ha sostenido la mía cuando he sido débil, sus palabras han llenado de consuelo mis tristezas y sus pasos me siguen encontrando cada vez que estoy perdida. Me motiva, me protege y, sobre todo, cree en mí.

Hace poco le pregunté qué superhéroe le gustaría ser si tuviera la oportunidad. Sonrió y me dijo «Deadpool». Cuando insistí sobre las razones, continuó: «porque es inmortal, se cura sólo, no anda con moralidades tontas, hace lo que se debe hacer y tiene un gran corazón para hacer el bien, aunque de formas poco ortodoxas». Finalmente, en un guiño de amor de esos que siempre me regala, dijo: «También es leal, especialmente a la mujer que ama». Y así es.

Por: María José Flores
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