Querida mamá: ¡Ya tengo un año en Madrid!

Querida mamá: ¡Ya tengo un año en Madrid!

Querida mamá, imagino cuánto te sorprende que te haga llegar esta carta, tomando en cuenta que conversamos por WhatsApp casi a diario. Seguro estarás preguntándote qué será eso que tengo que contarte y por qué se me ha ocurrido hacerlo por escrito. La verdad es que, con la dinámica del día a día, siempre hablamos de asuntos personales y casi nunca de cómo es la vida aquí en Madrid.

un-año-madrid-maria-jose-flores- (10)Esta foto me la hice el día que llegué a Madrid, en el autobús rumbo a casa

Aprovechando que voy en el Metro, y que tardaré más de una hora en llegar a mi destino, decidí escribir estas líneas para comentarte algunas cosas curiosas que he visto y vivido en la capital española durante mi primer año aquí… Un año que, por cierto, siento que se fue rapidito.

Algo interesante de Madrid es que 365 días no son suficientes para conocerla por completo. Esta es una urbe enorme, con cientos de opciones académicas, gastronómicas, deportivas, profesionales y de ocio. Además, para fascinación de propios y foráneos, a lo largo del año se transforma en cuatro ciudades distintas por la magia de las estaciones.

Por ejemplo, la Madrid de verano no es, ni por casualidad, la Madrid de invierno. La comida que se vende en la calle es otra, la forma de vestir cambia y hasta el ánimo de las personas se siente diferente. En verano el calor es insoportable y, como mucha gente se va de vacaciones a la playa, la ciudad se vuelve muy tranquila y hasta silenciosa. En las terrazas abundan los tintos de verano y platos ligeros como el gazpacho, que es una sopa fría de tomate y otras hortalizas. A Enrique no le gusta, pero a mí me parece que es muy rica.

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En invierno la historia es otra. Al ambiente espectacular de guirnaldas, arbolitos, luces y villancicos tienes que sumarle un frío riquísimo que me permite usar esa ropa tan bonita que en Venezuela no me pondría ni loca. ¿Te imaginas usar una chaqueta «tipo Jon Snow en el muro» la noche de Navidad en Puerto La Cruz?… Aquí en diciembre y enero las calles se llenan de puestos de churros con chocolate y las comidas se vuelven más fuertes. Es cuando apetece, por ejemplo, ¡un cocido madrileño!

un-año-madrid-maria-jose-flores- (6)El arbolito en la Puerta del Sol en diciembre de 2016

Hablando de comida… Bueno, las anécdotas de supermercados llenos ya son temas obvios. Permíteme contarte sobre la fascinante cultura del bar español. Es curioso pero lo primero que experimentas cuando conoces (y entiendes) los bares de España es un cambio de paradigma. Dejas de pensar que un «bar» es esa especie de licorería de mala muerte que tanto abunda por nuestra tierra y descubres que, además de cervezas, vinos y cocteles; en estos lugares se puede tomar café, comer pastelitos dulces, tapas (pasapalos), bocadillos (sándwiches en pan de barra), comer menú del día (almuerzo ejecutivo), ver el fútbol y más.

A mí me encantan los bares de Madrid. Los hay sencillos y elegantes, grandes y pequeñitos, sofisticados y medio cutres (feítos pues, como descuidados); pero todos tienen un encanto especial. Cerca de donde estamos viviendo hay varios que son muy agradables y frecuentamos uno en especial que tiene un grifo (sifón) de Estrella Galicia, una cerveza gallega que nos gusta mucho.



Pero no creas que aquí todo es comer y beber, aunque lo parezca. En Madrid hay mucho más que hacer. Por ejemplo, hay unos parques bellísimos a los que me encanta ir, especialmente en primavera y otoño porque se dibujan de distintos colores. De abril a junio, más o menos, están llenos de flores y tienen mucha luz; mientras que de octubre a diciembre adquieren una atmosfera más opaca y se tiñen de un rojo y marrón muy intensos. Es precioso.

un-año-madrid-maria-jose-flores- (7)El parque del Buen Retiro en otoño

El Parque del Buen Retiro tiene muchos rincones bonitos para caminar. A mí me gusta mucho la zona de la biblioteca, ubicada en un antiguo zoológico que por los tiempos de Carlos III (finales del siglo XVIII) llamaban Casa de Fieras. Otro que también es precioso y donde he visto los perritos más lindos de Madrid es el Parque de la Quinta de los Molinos, que además se ufana de un atractivo muy especial: tiene muchísimos almendros que con la llegada de la primavera se llenan de flores e impregnan el lugar con un aroma ¡delicioso! Todavía no conozco el parque Juan Carlos I, pero me han comentado que es fabuloso.

De vez en cuando Enrique y yo vamos al teatro. Hemos tenido la fortuna de que nos invitaran a varias obras y musicales geniales, como el de Don Juan Tenorio o el Circo de Hielo y, más recientemente, dos de pequeño formato que me han gustado hasta la locura: «Nueve y cuarenta y tres«, una comedia musical de enredo; y «Punto de Partida«, en homenaje a Rocío Jurado. Mención aparte merece el cachondeo canalla de The Hole Zero (el tipo de show que a mí me encanta, pero al que definitivamente no te invitaría).

Más complicado nos ha resultado ir a ver estrenos en la gran pantalla, por aquello de que no somos capaces de soportar una película traducida más de 15 minutos. Hay unos poquitísimos cines que ofrecen las películas VOSE (versión original subtitulada al español) pero no son ni los más grandes, ni los más modernos, ni los más cómodos para llegar en Metro; así que con eso no hemos tenido mucha suerte.

Ahora que menciono el Metro, no sé si te había comentado que el transporte público de Madrid es a-lu-ci-nan-te. Todos los días escucho o leo en redes sociales a españoles que se quejan del servicio del subterráneo o de los autobuses, pero cuando yo los uso me siento como en Disneyland. Por una parte, está muy bien eso de que constantemente los usuarios exijan más eficiencia (porque eso quiere decir que no son conformistas y están lejos de aceptar que la calidad decaiga), pero es que cuando lo comparas con el transporte público de Venezuela o Panamá, esto es un salto cuántico.

En el smartphone tengo varias aplicaciones que me dicen en cuánto tiempo llega el tren o el autobús y, como puedo tener el teléfono en la calle sin problemas, soy perfectamente capaz de llegar a todas partes siguiendo las sugerencias de Google Maps sobre qué línea debo tomar y que trasbordos hacer.

un-año-madrid-maria-jose-flores- (9)Un día nos fuimos a conocer el Congreso de los Diputados (allí detrás es donde se sienta Doña Ana Pastor)

Otra cosa que quería comentarte es que en Latinoamérica existe una leyenda urbana de que los españoles supuestamente son «odiosos». No voy a entrar en los detalles de lo que pudo haberle pasado a una, dos, diez o mil personas en su trato con un español; pero sí puedo hablarte de mi experiencia personal a lo largo de todo un año.

Desde que llegué, JAMÁS he recibido una respuesta grosera, seca, arrogante u «odiosa» de alguien de aquí. Es más, en todos los autobuses en los que me he montado hasta el chofer me ha devuelto las buenas tardes. Ni hablar de los funcionarios en las oficinas públicas, en los cursos a los que he ido y en los bares, donde cualquiera te saca conversación o interviene, espontáneamente, en lo que sea que estés hablando con alguien más.

El tema de los horarios es otra cosa que me encanta. Aquí cualquier día de la semana es común ver gente en la calle hasta pasadas las 2:00 de la mañana, y los fines de semana ni hablar (la ciudad no duerme, en serio). Al principio me costó adaptarme a eso de que a las 4:00 de la tarde los comercios estuvieran cerrados por el tema de la siesta, y que los turnos vespertinos iniciaran a las 5:00 pm (o las 17:00h, como se escribe aquí).

Arquitectónicamente hablando, la ciudad está llena de bellezas. Mis preferidas son el edificio Metrópolis (con su famosa estatua que representa la Victoria Alada) ubicada en la Gran Vía, la Plaza de Toros de Ventas y la Real Basílica de San Francisco El Grande. Es verdad que en Madrid hay otras edificaciones históricas y también edificios más nuevos y modernos, pero estos que te menciono me emocionan de solo verlos, por lo imponentes que son.

En su comedia urbana «El Maestro de Danzar», Calderón de la Barca se refería a la capital española diciendo que «es Madrid patria de todos, pues en su mundo pequeño son hijos de igual cariño naturales y extranjeros». Es cierto. Una de las cosas más interesantes de esta ciudad es que abundan los idiomas y los acentos; y sus calles están llenas de personas de todas las razas, religiones y edades (porque aquí los abuelitos son hasta más parranderos que cualquier «adulto contemporáneo»).

En este año también tuve la oportunidad de conocer varios lugares del interior de España, uno más bello que el otro. Gracias a la cordial invitación de varios amigos que hemos hecho por estos lares (y otros con quienes nos reencontramos aquí), fuimos a Alcalá de Henares, Gran Alacant y Santa Pola, a Villajoyosa y Benidorm, a Barcelona y Tarragona, a Sevilla, a Tenerife y la que más me gustó de todas las ciudades que conocí fue Bilbao. Como te comenté en su momento, también fuimos a Toulouse (al sur de Francia) y en ese viaje comí pato por primera vez. Es buenísimo.

un-año-madrid-maria-jose-flores- (1)Esta foto me la tomé solo para mandársela a mi hermano, que es fanático del Barça (en lo que a mí respecta, ¡Hala Madrid!)

un-año-madrid-maria-jose-flores- (3)De paseo cerca del Teide (Tenerife, Islas Canarias)

un-año-madrid-maria-jose-flores- (8)Farandi-foto en Benidorm (Comunidad Valenciana)

un-año-madrid-maria-jose-flores- (4)Plaza del Capitolio de Toulouse (Francia)

Si tuviera que enumerar las tres cosas que más me gustan de la vida diaria en Madrid, te diría sin dudar: sus bares (especialmente en torno a su vida nocturna); su transporte público y la tranquilidad que se siente al caminar por vías públicas y parques seguros (eso de brincar y sufrir un pre-infarto al escuchar el sonido de una moto ya no me pasa). Pero la verdad es que Madrid es mucho más que eso. Ojalá puedas venir a recorrerla muy pronto. Me haría muy feliz llevarte de paseo por sus callecitas, para que veas que limpio y claro es el azul de su cielo; y conozcas el enigmático duende de una villa que me tiene enamorada. Como dijo Hemingway, «Madrid rebosa literatura, poesía y música por sus cuatro costados, tanto, que ella misma es un personaje literario».

un-año-madrid-maria-jose-flores- (1)Esta foto la tomamos el día que publiqué este post. Un año después de la primera, y esta historia apenas comienza…

Por: María José Flores
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