Cuando supe que vería una obra de teatro inspirada en «Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus» no imaginé que se trataría de un monólogo. Hace ya varios años, fui una de las 50 millones de personas que leyeron el libro de John Gray así que, antes del estreno el pasado 28 de septiembre; imaginé que probablemente vería en escena a un actor y una actriz representando situaciones típicas de la tan satanizada vida en pareja.
Mauro Muñiz de Urquiza. Foto: Promotora600.com
Confieso que no estaba segura de asistir. Mi experiencia con otras representaciones teatrales en las que se abordaba el tema de las relaciones amorosas no había sido precisamente satisfactoria. Y no por la calidad de los actores, que siempre ha sido del más alto nivel, sino por la moraleja al final del cuento. En Venezuela asistí a muchísimas y, una tras otra, sus epílogos se empeñaban en transmitir una amarga sensación de derrota e infelicidad, como si el único futuro posible para dos personas que recorren la vida juntos fuera el engaño, la traición, la separación, la culpa y el fracaso.
Sin embargo, cuando la invitación llegó de manos de Fernando Pizarro y el equipo de YellowMedia, supe que tenía que ir. Por alguna caprichosa razón del destino, todas las obras en las que está involucrado tienen una energía especial que es contagiosa y adictiva. Ese jueves, al salir de clases, caminé hasta el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid y me dispuse a disfrutar aquella velada, que se desarrollaría en la pequeña sala polivalente ubicada bajo el edificio.
Lo primero que debo decir es que «Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus», versionada por Paco Mir, dirigida por Edu Pericas y protagonizada por Mauro Muñiz de Urquiza; es de las mejores cosas que he visto en términos de adaptación literaria e interpretación actoral.
Carismático y genial, un monologuista como Muñiz consigue llenar cada espacio del recinto de forma orgánica, seduciendo con ritmos, entonaciones y giros que no dejan espacio para otra cosa, que no sea su potente voz y magnética presencia sobre el escenario. Este actor, músico y compositor madrileño es famoso, no solo por su amplia trayectoria en la televisión, cine y teatro español; sino por la irreverencia que lo caracteriza y ese humor desenfadado y transversal que supone un acto sublime de inteligencia.
Mauro es un huracán. Su lidia sobre la arena es un tsunami impetuoso desbordado de alma y melena, que entre tormenta y tormenta regala oasis de grácil introspección y serena sabiduría. Por si fuera poco, también sabe hacer reir. Aquella noche encarnó a un ponente de lujo que ofreció la más completa conferencia sobre la teoría de John Gray según la cual, «cuando hombres y mujeres aprenden a apoyarse mutuamente en las formas que resultan más importantes para sus necesidades propias y únicas; el cambio y el crecimiento se tornan automáticos».
Un dato curioso sobre la obra de Gray es que, a pesar de las críticas que en su momento lo señalaban de simplificar al extremo la psicología humana a partir de estereotipos que no toman en cuenta las singularidades de cada persona; «Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus» es un best seller que ha ayudado a millones de marcianos y venusinas a ser conscientes de sus diferencias y tener una convivencia más armoniosa.
En todo caso, en la obra que fusiona los talentos de Mir y Pericas se agradece la gentil elegancia con la que se plantea la aceptación de esas diferencias y cómo el énfasis narrativo se decanta por los aspectos positivos inherentes a cada miembro de la pareja. La moraleja de este cuento sí vale la pena. En esta oportunidad, fui testigo de cómo el planteamiento de una vida juntos se mira sobre las tablas a través de cristales de reconocimiento, agradecimiento, respeto y tolerancia. Además es muy, pero muy, divertida.
Regocijarse con este desenfadado choque de mundos es posible hasta el 29 de octubre, en el número 62 de la calle de Jorge Juan. Mi recomendación vehemente es que vayan a la función y planifiquen unas copas de vino a la salida; mismas que recomiendo maridar con las palabras que nuestro experto dejará plasmadas en tiza sobre las pizarras. En lo personal, valoro enormemente haber salido del teatro esa noche con esta sensación persistente de felicidad y reconciliación con la «comedia romántica»… Para Muñiz de Urquiza solo guardo aplausos en mi corazón. Muchas gracias, Mauro.